Capitulo III
Los Gangles son muy precavidos, con
las cáscaras de las avellanas de Sopuerta beben agua. Con las cáscaras de las
nueces, hacen barcos para dos de ellos y en tiempo de grandes tormentas, suelen
navegar con las cáscaras de nuez. Si alguna vez su poblado se inunda, utilizan
esas cáscaras para transportar las cosas de un poblado a otro. También saben
capear el temporal, dominan los diminutos barcos con gran destreza y valentía.
Navegan y navegan hasta encontrar, otro lugar para vivir sin sobresaltos.
Cuando el manantial está en calma, se acercan a la orilla y buscan un lugar
para acampar que sea seguro. También se encuentran con otros Gangles que son de
la zona de Zalla y Garay que también han sufrido con las tormentas. Todos
juntos montan otro campamento más grande, lejos de las vaguadas de los
manantiales.
Hasta que al fin llega la
primavera, con los campos florecientes , llenos de color y alimentos, todo
sigue en calma, el manantial sigue sin crecer , los diminutos personajes corren
y saltan por el poblado y hacen pruebas de korrikalaris por los montes de las
Encartaciones.
La primavera es recibida como un bien, donde viven los animales y
plantas, donde las abejas cogen el polen de las flores y las llevan a las
colmenas , lo convierten en miel, un manjar para los Gangles. La ardilla baja
de los árboles para coger las nueces que están tiradas por el suelo, las
truchas nadan en los riachuelos por donde pasa el río Barbadun, los corzos y
otros animales se aparean para procrear, es la ley de la naturaleza.
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