Érase un hombre tranquilo, tan
tranquilo que no le molestaban ni las moscas, Sentado en el resquicio de su
morada veía pasar el tiempo, los vecinos ni se inmutaban al ver al hombre
tranquilo.
Hasta que llego una mujer bandera
con sus caderas y pechos erguidos los cuales resaltaban. Hasta el hombre
tranquilo se levanto del resquicio de su morada y se dirigió hacia ella. Ella
se dio una vuelta por el pueblo a conocer
a la gente, el pueblo le dio la bienvenida, la gente la saludaba
amablemente, hasta el hombre tranquilo la saludo. El se presentó con el nombre de Juan y ella con el nombre
María Paula.
Entre los dos se entablo una
profunda amistad, quedaron para pasear por el camino por donde pasa un
manantial con el agua cristalina, había llegado la primavera las flores
resaltaban con sus colores, era un “Paisaje Idílico” los dos se atraían en
silencio, hasta que María Paula le comento que tenia que marcharse pronto pues
su trabajo lo requería a Juan se le cayo el alma al suelo, pues se había
enamorado de María Paula.
Cuando María Paula se despidió de
todo el pueblo cogió su coche y se marcho, el hombre tranquilo volvió al
resquicio de su morada y se quedo pensativo sabiendo que no volvería
haberla nunca mas le entro una tristeza.
Aquí se acaba la historia de un hombre tranquilo.
Autor: Jose Miguel Lameiro
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