jueves, 5 de abril de 2018

Capitulo III

                       Los Gangles son muy precavidos, con las cáscaras de las avellanas de Sopuerta beben agua. Con las cáscaras de las nueces, hacen barcos para dos de ellos y en tiempo de grandes tormentas, suelen navegar con las cáscaras de nuez. Si alguna vez su poblado se inunda, utilizan esas cáscaras para transportar las cosas de un poblado a otro. También saben capear el temporal, dominan los diminutos barcos con gran destreza y valentía. Navegan y navegan hasta encontrar, otro lugar para vivir sin sobresaltos. Cuando el manantial está en calma, se acercan a la orilla y buscan un lugar para acampar que sea seguro. También se encuentran con otros Gangles que son de la zona de Zalla y Garay que también han sufrido con las tormentas. Todos juntos montan otro campamento más grande, lejos de las vaguadas de los manantiales.
          Hasta que al fin llega la primavera, con los campos florecientes , llenos de color y alimentos, todo sigue en calma, el manantial sigue sin crecer , los diminutos personajes corren y saltan por el poblado y hacen pruebas de korrikalaris por los montes de las Encartaciones.
          La primavera es recibida como un bien, donde viven los animales y plantas, donde las abejas cogen el polen de las flores y las llevan a las colmenas , lo convierten en miel, un manjar para los Gangles. La ardilla  baja de los árboles para coger las nueces que están tiradas por el suelo, las truchas nadan en los riachuelos por donde pasa el río Barbadun, los corzos y otros animales se aparean para procrear, es la ley de la naturaleza.

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